domingo, 26 de agosto de 2007

Árbol o arbusto, hay una planta de Cocú frente a nuestras casas que es más grande de lo que uno pudiera creer. De tan grande parece no ser de cocú, aunque pasemos frente a él o estemos punto de chocarnos la cabeza. Porque está inclinado y arriba sus ramas se recuestan en un árbol grande y viejo. Parece venido a menos pero tienes hojas y unas cuantas frutitas. Pero: ¿podemos verlo, podemos ver el árbol crecido a nuestros pies?...

Simbolismo o alusión literal, esta es un nueva edición de esta revistita que, se quiera o no, ha crecido mucho en cuatro y tantos años de escritura, de amores y dolores en la expresión de lo que te pasa a vos o a él, a nosotros. ¿Por qué tardar tanto para que saliera la edición 14? Aunque la pregunta podría ser otra: ¿a alguien le importa que los jóvenes tengan un lugar de expresión, un lugar de encuentro que saque a la luz la desgarradora experiencia de vivir en una crisis histórica? ¿O es que no hay crisis alguna? ¿O es que podremos pasar por esta vida con cierta plenitud y sin ruidos hambrientos en la panza?

El árbol de cocú es grande, tan grande que sus raíces se debilitan y no encuentra otra opción que recostarse sobre otro árbol. Pero por sus hojas sigue corriendo la sangre roja de la historia, de una cultura ancestral que hoy mezcla tiempos antiguos con tecnologías cada vez más extendidas en las relaciones sociales. Hay una mezcla de muchos tiempos y muchos espacios, conviviendo en la forma de ser de un pueblo que llega impávido al límite de una civilización confundida.

Y los jóvenes se pierden en la densidad apresurada de encontrar un lugar en el mundo, de añorar una cultura que no se estanque ante la dicotomía de una vida natural extinguida y una vida material con trabajos de explotación capitalista.

Sembrar árboles mientras la sociedad no se decide respecto de los jóvenes: que sean protagonistas de este mundo en guerras, que trabajen en un país sin trabajo, que no cometan inmoralidades en una sociedad hipócrita…

Tener una revista propia es como tener un árbol. Es apostar a una vida equilibrada sin perjudicar la vida de los otros, es la invitación a construir una sociedad nueva que sintetice las virtudes de la razón con los más hondos sentimientos humanos, en virtud de imaginar una vida con las necesidades vitales satisfechas.

De eso se trata, de volver a construir espacios de reflexión y de acción, de expresión y visiones compartidas, de volver con más fuerza después de un período de dudas y imperfecciones existenciales, de dolor en el alma codo a codo con este dulce estar juntos, avanzando de todas formas en un país pisoteado por el accionar oscuro de un grupo de políticos…

¿Podemos sentir lo mismo, podemos encontrarnos, podemos estar juntos a partir de esta revista... Podemos otorgarnos juntos el regalo de ser los constructores de un mundo mejor…

No lo sabemos a ciencia cierta. Pero estamos convencidos de que seguir sembrando árboles es lo que nos hará más humanos, más vitales, más seguros en un crecimiento debil pero aferrado a otros hombros y otras manos, a otras cabezas y a otros corazones.

1 comentario:

fA dijo...

hola amigos fanzineros

bueno pasamos para unir lazos y generar nodos alterntivos...

siempre agitando

saludos y exitos

fA!